Es difícil encontrar un escenario donde se marque en forma tan contundente la brecha generacional -quienes son jóvenes, quienes son viejos- como ante el significado y práctica de la palabra respeto. No estamos hablando de juventud o vejez en términos de calendario sino de anquilosamiento o modernidad ante el devenir de los tiempos. Porque pocos términos tan confrontadores como este. Pocos para marcar en que lugar del espectro se ubica. O en que tiempo vive… Las generaciones anteriores fueron educadas bajo una filosofía patriarcal donde la autoridad la tenía un solo individuo y como tal, había que obedecerle y someterse a sus designios sin posibilidades de replicar. Autoridad, poder, jerarquía, dominio, sometimiento, terminaron siendo sinónimos de una misma actuación. El mundo vive las consecuencias de ese actuar…
Pero llega la “adolescencia mundial”, cuando la revolución femenina rompió ese poder para hablar de equidad y abrió opciones para cuestionar el autoritarismo e imposición, construyendo así una sociedad compartida. Llega el pluralismo, se abre paso la multiplicidad y el uno, único, se convierte en múltiplo. Múltiples ideas, creencias, sexos, religiones, música, medicinas, formas de vida… las nuevas generaciones manejan otras categorías para los comportamientos. Despiertan o crecen, escoja el término que le parezca. Respeto entonces no es silencio. Respeto entonces no significa acatar ordenes sin chistar. Respeto no es obedecer ciegamente. Respeto no significa renunciar al criterio para aceptar “solamente” el del otro. Si, una sociedad más igualitaria, que no tiene que renunciar a las jerarquías pero que acepte -tiene que hacerlo- otras formas de concebir la vida.
Y entonces se dan (se tienen que dar) acontecimientos como lo sucedido con Ma. Camila Villamizar secretaria de Gobierno del Alcalde Quintero de Medellín, cuando en forma muy clara, contundente y frentera, le dice al Alcalde nombrado por Duque, que representa a un partido perdedor en Medellín, que están “usurpando lo que la democracia nos dio”, “querían por las malas tener lo que perdieron en democracia y eso es lo que usted representa hoy acá, que la ciudadanía les dijo que no los quería más, le están imponiendo a esta administración y a esta ciudadanía que usted esté acá”. El sr Restrepo, alcalde de Duque, trata de insinuar que ella está teniendo “malas maneras” y que él no representa a ningún partido (¿será angelical?). Claro, hay quienes catalogan a Camila como irrespetuosa por hablar en forma tan enfática. Nunca hubo una mala palabra, un insulto a la esencia del sr Restrepo pero sí habló del abuso de Duque y cómo él terminó siendo su títere. Las diferentes lecturas frente a este acontecimiento muestran qué tan joven o qué tan viejo es quien lo interpreta. Ma. Camila fue respetuosa pero frentera al señalar el atropello. No podía callarse ante la dimensión de la acción del Presidente y su exministra Cabello que, llevados por su retaliación, rabia o prepotencia, violaron principios constitucionales “como si no pasara nada”. Respeto no puede seguir siendo silencio o miedo. Respeto no puede significar no decirle a quien ejerce la autoridad que su comportamiento también debe enmarcarse en el respeto por las leyes y los ciudadanos. ¡Que ganas de construir un lío!
Gloria H. @GloriaHRevolturas
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